

El atentado fallido contra un avión norteamericano confirma el modus operandi de una nueva generación de terroristas, ya sea que actúen individualmente o en coordinación con grupos organizados.
Según explica La Vanguardia, el acusado del atentado frustrado, Abdul Faruk Abdulmutallab, utilizó una mezcla de una sustancia explosiva y de un líquido químico, una técnica novedosa y prácticamente indetectable con los actuales sistemas.
En su caso, por fortuna, todo falló.
El método, si no fuera porque suena a sainete y pudo causar una tragedia, podría llamarse el del calzoncillo bomba.
El terrorista, que llevaba cosida en su ropa interior una bolsa con unos 80 gramos de pentrita, un potente explosivo de la familia de la nitroglicerina, intentó provocar la deflagración inyectando en la bolsa una sustancia líquida con una especie de jeringuilla. El líquido corrosivo actuó antes de tiempo y fundió la jeringuilla, lo que dio al traste con sus planes y evitó una masacre.
En su caso, por fortuna, todo falló.
El método, si no fuera porque suena a sainete y pudo causar una tragedia, podría llamarse el del calzoncillo bomba.
El terrorista, que llevaba cosida en su ropa interior una bolsa con unos 80 gramos de pentrita, un potente explosivo de la familia de la nitroglicerina, intentó provocar la deflagración inyectando en la bolsa una sustancia líquida con una especie de jeringuilla. El líquido corrosivo actuó antes de tiempo y fundió la jeringuilla, lo que dio al traste con sus planes y evitó una masacre.
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